Atravesar el fuego (cuando el cuerpo dice basta)
Una historia real de burnout. Cuando el cuerpo, la mente y el alma se detienen, comienza el verdadero cambio. Descubre cómo atravesar el fuego puede transformarte.
Teresa Comino
9/25/20252 min read


Esa mañana toqué fondo.
No podía más. Mi habitación daba vueltas, el techo estaba más alto que nunca y mi alma estaba hecha cenizas. El simple hecho de pensar en volver a la oficina me oprimía tanto el pecho que me resultaba imposible moverme, pensar o incluso llorar.
No podía. No quería. No era capaz.
Esa mañana el piloto automático quebró de manera aterradora.
El dolor era real, y la sensación de culpa y vergüenza también. Todavía no sé qué pesó más: si huir del dolor profundo —físico, mental y emocional— que me generaba ir a trabajar, o el alivio de quedarme en casa a pesar de la desesperanza, la ira hacia mí misma, la culpa y la vergüenza.
Ya no quedaba ni un ápice de fuerza. Cogí el teléfono y expliqué a mi jefe —aunque de manera descafeinada— lo que me pasaba: agotamiento físico, mental y emocional, insomnio crónico, problemas digestivos, falta de apetito, niebla mental, desconexión, sensación de ineficacia, con una carga de trabajo descomunal, sin equipo ni apoyo.
Le conté cómo me sentía: desgastada, desconectada de la empresa, de sus valores y de las decisiones que se tomaban. Me sentía invisible.
Había invertido todo mi tiempo y energía en un sistema que me estaba expulsando, y ya no quedaba nada más.
Envié el mensaje y me estremecí. No sabía qué iba a pasar los días siguientes, pero tenía la intuición de que algo iba a cambiar para siempre.
El cuerpo se detiene antes que la mente
Los siguientes días no fueron fáciles.
Mi cuerpo pedía descanso, y yo se lo daba.
Pero mi mente no paraba ni un solo instante.
—¿Qué he hecho?
—¿Y mi equipo?
—¿He huido cuando más me necesitaban?
Los pensamientos de culpa me perseguían.
Apagué el móvil del trabajo, eliminé el correo, Teams, WhatsApp y todo lo que me mantenía conectada a ese mundo. Solo quería quedarme en el sofá y leer.
La calma fue llegando poco a poco: primero regulando el sueño, luego comiendo mejor, viendo y sintiendo el sol durante el día.
Volví a sentir el cuerpo. A reconocerme.
Cuando la neurociencia se cruza con el coaching
El coaching aterrizó en mi vida, y con él, la neurociencia.
De su mano fui descubriendo cómo atravesar ese fuego que había apagado mi fuerza, mi confianza, mi claridad y mi vocación.
No fue fácil, ni rápido.
Sentí miedo, dudas, y la sensación de estar viviendo una vida sin mí.
Pero poco a poco, reconecté con mis valores, mis principios, mi propia definición de éxito y con lo que realmente merecía la pena para vivir una vida con sentido.
El ave Fénix
Hoy sé que atravesar el fuego fue el inicio de mi transformación.
El ave Fénix alzó el vuelo, y con él mi propósito: acompañar a personas increíbles que, como yo, quieran resurgir de las cenizas del burnout.
Porque el fuego no destruye: revela.
Descubre cómo funciona tu mente bajo burnout y da el primer paso para recuperar tu energía.
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